lunes, 9 de diciembre de 2013

Noche estival

El mar estaba en calma, las olas lamían la orilla con suavidad y su rumor nos envolvió en un silencio sosegado. Algunos mirábamos hacia el mar, ensimismados por el destello que el plenilunio provocaba en su superficie. Otros, mantenían la mirada fija en la fogata, relajados por el crujir de la leña.
El "Rubio" cogió su guitarra y acarició con descuido las cuerdas, cuando todas las miradas se centraron en él, esbozó una mueca a modo de sonrisa y comenzó a tocar la melodía de "Imagine", inmediatamente, todos comenzamos a ladear la cabeza al ritmo de la música susurrando la letra de aquella canción  que, se había convertido en el himno de aquel modo de vida que todos ansiábamos tener pero que ninguno se atrevía a prolongarlo más allá de la época estival... Paz, amor libre y un mundo fraternal carente de doctrinas e injusticias. 

Mientras cantábamos, íbamos dando caladas y pasando el pitillo. El "Rubio" aseguró que era de la mejor que había encontrado y debía ser verdad, porque pronto comenzamos a sentir que nuestras mentes se expandían y empezamos a reír por todo. Por las pecas de la "Loca", el peinado de la otra, el pedo que se había tirado el "Moreno", la guitarra del "Rubio"...
Hablando, fumando, debatiendo, bebiendo, riendo y meditando, llegamos a un nuevo tema de conversación:
"El amor libre"

Todos coincidíamos en lo mismo, rechazábamos la unión egoísta donde las parejas se convierten, uno en la propiedad del otro. El amor debe ser sincero y lo único que se debe dejar como prenda es la confianza mutua. Aunque había dos modos de amar: El amor físico, que es aquello que todos reclamamos por puro instinto y el amor desde el alma, ese que en secreto, todos anhelábamos encontrar.
La charla derivó sobre el sexo entre amigos, ahí todos afirmamos con unanimidad. Eso era algo habitual entre el grupo y lo practicábamos con asiduidad. Ninguno había exigido a nadie compromiso alguno, o habían hablado del asunto entre ellos u otros más allá del amanecer del día siguiente. Al menos en nuestro caso, sí era cierto que fortalecía la amistad. 
Todos sabíamos que estábamos mal vistos en el instituto, los pasillos estaban infestados de habladurías sobre nuestro modo de ser: "Revueltos pero no juntos"
No nos importaba lo más absoluto, es más, nos divertía. Sabíamos que simplemente, esos que nos repudian, nos envidiaban porque hacíamos aquello que les hubiese gustado hacer pero se reprimían por ese miedo social que nosotros rechazamos, el "¿Qué dirán?". Todo porque ellos estaban demasiado fusionados con la sociedad y la falsa moralidad de la sociedad, prefieren en mostrarse tal y como la gente espera de ellos y no tienen el valor para siquiera intentar liberarse.

 - ¿Alguna vez habéis besado a alguien de vuestro mismo sexo? - Preguntó de repente el "Rubio" mientras tensaba las cuerdas de su guitarra.

Todos callamos un instante, esperando que alguien respondiese, pero la única respuesta que dimos fueron unas risitas contenidas acompañadas de negaciones de cabeza, comenzó un nuevo debate. 
Aunque somos de espíritu liberal, la mayoría de nosotros provenimos de familias conservadoras, por no decir intolerantes. Dicho de otra manera, nos educaron sobre un modelo de familia y una conducta social que se debe seguir si queríamos encajar en el mundo que nos habían arrojado... chorradas, en mi opinión.
Terminamos concluyendo que, no habíamos besado a nadie de nuestro mismo sexo por dos motivos, el primero porque nunca sentimos esa curiosidad y en segundo lugar, no nos lo habíamos planteado porque simplemente, nunca nos surgió esa situación.

Puede que fuese por el efecto de la marihuana, los vapores del alcohol o por mí misma, que siempre tenía el "¿Y por qué no" en la boca. Pero el caso fue que, cuando el "Rubio" preguntó si había alguno dispuesto a probar, fui la primera en responder afirmativamente.
Comenzaron a reír, yo fingí que me ofendía y aseguré que hablaba completamente en serio. La "Peli" me miró con los ojos achispados y las pupilas ligeramente dilatadas y sonrió con picardía.

 - ¿Me besarías a mí? - preguntó con un tono que invitaba a reto.
 - ¿Y por qué no? - respondí encogiendo los hombros con indiferencia - Total, ya he "catado" a todos los chicos del grupo ¿no?
 - A todos no - interrumpió el "Vaina" - Solo te lo puntualizo.
 - Tú espera sentado "chulovaina" - le lancé un mohín 

Los demás estallaron a carcajadas, mientras, el "Vaina" dobló los dedos para simular una pistola y tras apoyarlo en la sien, simuló recibir un tiro y cayó desplomado de espalda sobre la arena.

 - Estamos igualadas, aquí queda poco que "catar" - Rió la "Peli" mientras sacudía sus rizos - Total, por probar...
 - Que no quede - terminé la frase mientras le lanzaba una sonrisa cómplice.

Todos estaban expectantes, solo se podía escuchar el rumor del mar y el chisporroteo de la leña. La "Peli" y yo nos sentamos de rodillas, una frente a la otra, mirándonos fijamente. Nos acercamos muy despacio con la vista fija en los ojos. Nuestros labios casi se habían rozado cuando nos apartamos la una de la otra con una risita nerviosa y algo cortadas.
Algunos murmullos escaparon del resto del grupo, unos afirmando que ya sabían que no nos íbamos a atrever y algún que otro resoplido de desilusión.

Fruncí el ceño mirándoles de reojo, agarré la cara de la "Peli" con ambas manos y la besé. Fue un beso fuerte, labios contra labios. Se escucharon exclamaciones de asombro y alguna que otra risa, pero comenzaron a sonar lejanas.
Ambas nos relajamos y comenzamos a besarnos con suavidad, nos abrazamos de tal manera que, no se sabría decir quién era quien. Entrelazamos nuestras lenguas, degustando nuestro sabor, acariciando nuca y hombros... Fue un beso largo, tierno, sensual y delicioso.
No sé cuánto tiempo duró aquel beso porque parecíamos estar ajenas al tiempo y el espacio. Cuando nos separamos, ambas sonreímos con malicia, como un niño disfrutando con una travesura bien realizada.
Los demás nos miraron estupefactos, algunos sorprendidos porque al final nos atrevimos, otros desconcertados por lo que acababan de presenciar, en este caso, la parte fémina del grupo y un par de ellos que se adivinaba sus pensamientos, uno porque simplemente se fue a zambullirse en el mar sin decir nada más y el otro porque se estaba secando con el dorso de la mano, un hilillo de baba que asomaba por la comisura de los labios.

 - ¿Y bien? - preguntó el "Moreno" mirando con sátira y la voz algo entrecortada - ¿Cuál es el veredicto?
 - Pues como cuando me "enrollé" contigo - respondí con naturalidad - Ha estado muy bien, pero no tanto como para repetirlo.

Todos estallaron a carcajadas, el "Rubio" volvió a tocar una nueva canción, esta vez fue "What's up" y nos unimos a él entrelazando nuestras manos formando un círculo. La noche era templada y decidimos darnos un baño todos juntos y desnudos.

Han pasado muchos años desde aquellas noches estivales, pero aunque al final nos rendimos ante algunos reglamentos de la sociedad para sobrevivir, sé que ellos al igual que yo, aún tiene intacta aquella alma libre y salvaje que de vez en cuando grita desde nuestro interior reclamando su libertad.