lunes, 18 de marzo de 2013

La duda

Sabía que era un juego peligroso, pero aún así, me quise arriesgar. Hacía mucho que mi vida entró en una espiral de autodestrucción en la que mi vitalidad, se consumía día a día. Desde que me levantaba hasta el anochecer, realizaba las distintas tareas rutinarias como una autómata. Siquiera distinguía ya, un domingo de un martes.

Se agotaron las ilusiones, tenía la sensación que tan solo me quedaba comenzar a descontar días y esperar mi momento final. Envejecí demasiado pronto a causa de la desazón y me resigné a mi desdicha.
Caminaba por calles concurridas en las que, no distinguía a las personas, para mí solo eran sombras etéreas que desfilaban ante mí a contracorriente.

Ya no me quedaban lágrimas que derramar, siquiera recuerdo cuándo se me agotaron. Tampoco me sentía con fuerzas para luchar contra mi suerte. Pero también tenía la sensación de que todo aquello, podría explotar ante mí en cualquier momento y terminar de destruirme.

Y entonces le conocí, mejor dicho, al fin me habló. Entre rutina y rutina, me tomaba un café sumida en la lectura de turno, el único momento de paz y sosiego que aún poseía. Como cada día, ese aroma de colonia varonil, volvió a captar mi atención.
Levanté la mirada disimuladamente por encima de mi libro para así, espiarle clandestinamente como siempre hacía, pero en esta ocasión, me quedé petrificada.

En vez de dirigirse a la barra y pedir su café sólo y sin azúcar, él se quedó parado ante mí y cuando nuestras miradas se cruzaron, me preguntó muy cortésmente si podría sentarse a mi lado. Asentí totalmente ruborizada, sintiéndome como una adolescente inexperta.
Charlamos casi una hora, me pareció increíble que ese completo desconocido, tuviese tantas cosas en común conmigo. Tantas como las diferencias entre mi marido y yo.

Durante semanas, disfruté de la novedad e ilusión de compartir café y charla con un amigo. Cada día, nos sentíamos más confiados el uno con el otro. Incluso le hice pequeñas confesiones de mi insulsa vida conyugal. Él también fue abriéndome su interior poco a poco y llegué a conocerle como jamás pensaría que lo haría con nadie. Nuestras miradas, completaban aquello que ninguno, se atrevía a confesar en voz alta.

Y ocurrió, fue hace dos días. Él se armó de valor para proponerme un encuentro íntimo, sabiendo de antemano que con ello, pondría en riesgo nuestras tertulias de café y la amistad.
Aún no sé cómo me atreví, creí conocerme perfectamente, pero estaba equivocada. Mi subconsciente tomó las riendas, hacía mucho que estaba dormido y despertó en ese instante hablando por mí... acepté.

Ahora aquí estoy, frente al hotel de la avenida principal. Estrenando ropa interior llamativa y a punto de tener una aventura. Las ideas van y vienen a mi cabeza, intento poner un poco de orden en el caos de mi mente. Pero los pensamientos de cordura, lealtad, ilusión, desconfianza, desdén, despecho... todos volaban sin control en mi interior.

Por primera vez en mi vida, decido no querer razonar y dejarme llevar por el momento. Porque sé que en el fondo... quiero hacerlo, deseo hacerlo.

Entro con paso decidido y me dirijo a recepción para preguntar por el número de habitación reservado a su nombre. Y allí le veo, ya me estaba esperando. Se levantó muy despacio y caminó hacia mí con una sonrisa sensual. Yo sentí que las piernas me flaqueaban, miré hacia la puerta de salida con disimulo. Quería salir corriendo de allí, quería estar con él. Pero en realidad no sabía qué es lo que deseaba con más fuerza.

Me miró fijamente, adiviné el deseo que desprendía sus pupilas y me apartó un mechón que caía sobre mi frente. - ¿Decidida? - preguntó casi como un susurro. Tragué saliva y suspiré entrecortada - Pues... 

martes, 12 de marzo de 2013

Duelo

¿Qué es esto, por qué verte puedo? Te acercas a mí con desidia, mi turbia mirada distinguirte puede. Nunca te he visto pero te reconozco, eres tú, Espectro de las Tinieblas. ¿Rondas mi persona esperando mi expiración  cual ave carroñera?
¡Sí, así es!, hasta mis huesos percibir pueden tu deleite ante mi agonizante final. 
¡Oh, aparta de mí tu vil instrumento!, no coseches aún mi ánima agonizante. Pues este ser que ante ti se postra, aún algo le queda por explicar. Déjadme vuestra merced, narrar la cruenta historia por la que esta futura ánima errante, debe seguirte hasta los infiernos. Pues sé que ese es mi sino.
Nublose la vista, poco tiempo queda ya, mi aliento a chorros me hurtas, dejad vuestra merced, que este humilde condenado, os pueda relatar su maldita suerte y el motivo por cual, vos llegasteis a mi encuentro...

El calor caía con aplomo en la Capital del Reino. Llegaba yo de la contienda de Flandes, marché mochilero y regresé veterano. Ventaja del oficio, caído un oficial, todos ascendíamos para así esperar una gloriosa muerte, vomitando un "Gloria al Rey" y maldiciendo al hereje, hijo de mil padres que nos diere alcance.
Como decía pues, llegué a Madrid, esperando cobrar mi sueldo de soldado. Llegué con altivez a la comandancia y marché abatido y más pobre que antaño, pues mis logros no fueron considerados.

Me dirigí a la calle Santa Clara, en busca del convento al que daba nombre para buscar sopa caliente por caridad, inmerso en mis pensamientos y maldiciendo mi suerte al verme mendigo. Cuando un carruaje con escudo de armas en su flanco, me embistió y tirome al barro. "¡Bellaco!" de mis labios escaparon. El cochero oyome y paró el carruaje, bajando de él un fornido bastardo. Levantó el látigo dispuesto abatirme, mi lozanía impetuosa buscó en mi espalda, la daga toledana herencia de mi difunto padre, presto a rendir cuentas por su osadía. "¡Deteneos!", escuché con estupefacción. 
Olvidome del cochero al deleitar mi vista, con el ser más hermoso que jamás hubiere visto. Tan bella y perfecta que seguro estaba, que de un ángel se trataba.
Con una sonrisa, que haría perder los sesos hasta la mismísima Inquisición, disculpose ella ante la torpeza de su criado y extendiendo una mano de porcelana, me dio dos monedas de plata. Mi pétrea figura, observó el carruaje hasta perderse entre las calles. Convencido que no volvería a verla, busqué posada para guarecerme en la noche.

Tres días pasaron desde mi encuentro celestial. Pensándola de día, deseándola de noche. Recorriendo la calle en la cual tuve la divina revelación. La temple me abandonó cuando vi su carruaje de nuevo. Un instante que eternidad se convirtió, cuando su iris penetró en mis pupilas. Con elegantes gestos, cual noble señora era, abrió su abanico y con gracia, simuló tras él una sonrisa que solo yo pude divisar. 
Cuando a punto estaba de perder tal aparición celestial, ella dejó caer su pañuelo que una fuerza divina, postró a mis pies.
Aspiré su perfume despertando mi líbido y convirtiéndome en hereje de mi nueva religión, su persona. Cuando mi reliquia acariciar quise, hallome en él una misiva, que leí con ansia: "Tras la vespertina, en el Convento de San Gerónimo, espero a vuestra merced y a su gallarda persona".

Dos semanas fueron las que permanecí en el Reino de los Cielos, derramando nuestro amor y abrazados por la penumbra. Mi Señora, que a mí se ofrecía con dedicación de gentil moza en noche de nupcias y entregome yo a ella ofreciendo lo que ella anhelaba de su anciano esposo.
Dos semanas fueron en las que descubrimos con euforia, el agridulce sabor del amor clandestino...

Antes de vuestra presencia Señora de las Tinieblas, me turbase. Hallome esperando en el huerto del convento, deseoso del auge de mi encuentro. Pero no hallo a mi señora, sino al esposo de honor mancillado. "Pardiez tunante, no habrá cuartel para tal vil bellaco" hablome el viejo cornudo.

Dispuesto a defender mi amor ante el atentado honor del esposo, dispuse pues mi espada al servicio de mi causa. La euforia ante la evidente victoria, nublome los sesos. Pues lozano yo y viejo él, poco habría de durar el duelo. 
Deleitarme quise pues de mi hazaña, imaginando la contienda en boca de juglares y poetas, burlome de mi enemigo alardeando de mi destreza con el acero. Olvidome pues, que los nobles carecen del sentido del honor en la batalla y visto él que la afrenta no podía sanar como quisiere, bajó su espada gritando "¡Cuartel para mi persona!".
Bajé la guardia saboreando con gula mi victoria, que se me atragantó cuando, sin poder decir esta boca es mía, dos hombres a sueldo del Marqués, salieron de la penumbra y prestos, me inmovilizaron.

El cornudo sacó de su cinto un arcabuz, sopló con desidia la mecha y apuntome con ese arma de cobardes. "Dios pongo por testigo, que esta afrenta no quedará solo así" dijo el bellaco ,supe pues que, aquel cornudo no saciará su venganza cuando me diere muerte.
El plomo de la vergüenza, se incrustó en un pecho carente ya de corazón, pues roto ya estaba, temiendo por la suerte de mi Señora...

Heme aquí pues ante vuestra merced, cumplid con vuestro cometido y llevadme a los infiernos. Daos prisa, Señora de las Tinieblas, pues saber que jamás podré ver a mi amada, no hace más que incrementar mi agonía.
¡Elevad vuestra guadaña y sesgad mi alma!, llevaos los despojos de este miserable enamorado. Deseo vuestra estocada, ¡Sí, la deseo!.

martes, 5 de marzo de 2013

Tras la sombra del pasado. Trilogía (Sinopsis)

Parte I. La huida.


Sinopsis:

Clara y Jesse, son primos y acaban de mudarse. En el nuevo instituto, han conocido a un grupo de chicos de la edad de ella y se convertirán en sus mejores amigos. Puede parecer que tienen una vida normal, aunque solo en apariencia. Pues ambos ocultan un secreto.
Durante toda su vida anterior, los primos no han conocido otra cosa que no fuese miedo, palizas y amenazas. Pero Jesse, reunió el valor para poder escapar de aquel infierno llevándose consigo a Clara, pese a los riesgos que conlleva desafiar la autoridad de su padre y abandonar la Organización que éste rige con violenta autoridad.

Ahora, lejos y a salvo del padre de Jesse, Hugo, viven clandestinamente y con una identidad falsa. Poco a poco, comienzan a vivir y descubrir la vida que corresponde a unos chicos de su edad.
Sus amigos, ignorando el secreto y pasado que ocultan, les incluyen como unos miembros más de su círculo, los primos aprenderán el verdadero significado de la amistad, experimentarán lo que es vivir sin miedo, y poco a poco exteriorizar sentimientos que antes, lo tenían vetado.
Aunque esta nueva realidad es un espejismo ya que mentirán a todos, para mantenerlos a salvo de la sombra de su pasado.




Parte II. El Regreso.


Sinopsis:

El pasado se resiste a olvidar a los primos. Los Perros, así es como el padre de Jesse llama a sus hombres, les están buscando desesperadamente y ahora, la cabeza de Jesse tiene precio. Él teme que podrían estar de nuevo en peligro, pero no solo ellos, también lo estarán sus amigos. Porque si su padre los descubre, no dudará en utilizarles para destruirle y hacerle sufrir. La crueldad de Hugo, no tiene límites.

Jesse no tiene otra salida, debe volver a huir para regresar a su Buenos Aires natal y así alejar a los Perros de Clara y sus amigos.
Una vez allí, los recuerdos del pasado le acosarán y le harán recordar quién y cómo es realmente: Alguien que antaño fue frío, carente de sentimientos y despiadado... un Perro más de la Organización de Hugo, el mejor en su trabajo.
Juró que nunca más volvería a ser quien fue, pero el temor de convertirse en aquello que más odia... su padre, volverá a resurgir, ya que no tiene otra opción. En ese mundo, para sobrevivir, tienes que ser y pensar como ellos.



Parte III. El Reencuentro.


Sinopsis:

Han pasado varios años, Clara y Jesse comienzan a planear sobre cómo será su vida adulta. El infierno de su infancia no es más que un mal recuerdo enterrado. Sus amigos se han convertido en la familia que nunca tuvieron y después del incidente en Buenos Aires, Jesse tiene la certeza que todo ha terminado.
Pero Jesse pasó algo por alto... odio del padre hacia el hijo no tiene límites, además de la enfermiza obsesión que tiene con Clara. Y Hugo jamás desistirá en la búsqueda hasta encontrarles para hacer pagar a Jesse la humillación de habérsela jugado dos veces.

Al fin de cuentas, Hugo tiene tres únicas normas: "Nadie toca o se lleva sus cosas", "Nadie le traiciona sin sufrir las consecuencias" y "Nadie abandona la Organización si no es con los pies por delante".
Jesse, ha incumplido las tres normas y en sus propias narices. Y que Jesse sea su propio hijo no hace más que empeorar la situación. 







sábado, 2 de marzo de 2013

Frustración

XXXI

Crispados se quedaron los nervios/
Al gritar al viento con voz muda/
Garganta quebrada por los egos/
Un ánima en pena, que se acuna/
Extinguidos ya todos los tiempos/
Nítida se esfuma la voz que aúlla/

Tormento pasado que regresa/
¡Oh ruin, márchate, aléjate de mí!/
Lava destructora que me apresa/
¡Oh ruin, márchate, aléjate de mí!/

Quiero yo renacer como ave Fénix/
Urdir yo misma el manto del sino/
Empezar, y que todos lo vieseis/

Seré fuerte ante lo que me espera/
Encontraré mi sino como sea/

Más oíd, no pienso marchar nunca más/
Estoy aquí, no me echaré hacia atrás/
No temo, no me escondo, no lo haré/
Esperaré tu llegada, aquí estoy/
Afrenta que resolveremos hoy/

Armas cogemos. Yo, la palabra/
Don nato de las almas en calma/
Olvido y pesar, tu arma macabra/
Silencio y mutismo, invaden mi alma/

Miedo, de mí raudo se apodera/
Afonía tengo, no puedo hablar/
Negando lo evidente al mirarte/
Oscura reflexión me rodea/
Sutil súplica, no quieres mirar/

Jirones solo quedaron de mi ánima/
Única empresa tenía y fracasé/
Espectro del olvido, termina/
Rompe con aquello que no acabé/